Mal sabor de boca me ha dejado “21: Black Jack”, esperaba mucho más de esta película, ya no por su elenco de actores, sino porque estas historias siempre dan mucho juego (nunca mejor dicho). En el caso de 21 existe el problema de que lo que estamos viendo ya nos es familiar, sabemos lo que va a ocurrir antes de que suceda, y es que una historia que debería ser imprevisible (como son los juegos) se hace demasiado previsible debido a recaer en situaciones vista en mil películas, y he aquí su gran error, ya que no consigue el gancho suficiente para atrapar al espectador.
En 21 se nos presenta a Ben Campbell (Jim Sturgess), un joven que es un lumbrera con las mates. Su profesor Micky Rosa (Kevin Spacey) es un espabilado de la vida, y sabe que puede sacar mucho provecho de su avispado alumno. ¿Cómo? Pues contando cartas, nuestro joven cede a la petición no solo por la pasta que puede ganar, sino porque en toda buena historia, siempre hay cabida para el amor… ainsss… y a nuestro joven se le cae la baba por Jill Taylor (Kate Bosworth) una lacaya de Micky. Total, que los fines de semana en vez de hacer botellona, la trupe de Micky se desplaza a la ciudad del pecado, y una vez allí despluman a los casinos. Por supuesto, todos sabemos cómo se las traen los de estos negocios (los que no lo sepáis, podéis ver “Casino” del señor Scorsese) y aquí es donde entra en juego Cole Williams (Larry Fishburne) que por todos los medios intenta pillar a estos jovenzuelos.
Por supuesto la historia nos cuenta muchas más cosas, que nuestro joven tiene su propia pandilla de amiguetes, y una vez que entra en ese mundo de fantasía gracias al dinero que obtiene por su habilidad, les dará la espalda, mentirá a su madre y se distanciará de sus estudios, vamos, lo típico en estas historias, y ya sabéis como puede terminar… “¿¿¿Ohh que estoy haciendo??? Tengo que volver a lo que era mi vida y blablabla…” si señores, nuestro joven reflexiona e intentara volver a lo que era su vida sin pasta, dejará de lado su prepotencia, pero claro, el codicioso profesor se lo pondrá difícil.
Algunos pensaréis que os he estropeado la película, pero no es así, si alguien aquí lo ha estropeado es Robert Luketic, su director, y por supuesto sus guionistas Peter Steinfeld y Alland Loeb, que adaptan el libro de Ben Mezrich que cuenta la historia real de Jeff Ma, el cual le sacaba la pasta a los casinos de las Vegas, y que hoy día puede visitar la ciudad, pero le está prohibido jugar al Black jack. No sé lo que habrán adaptado estos dos tipos, pero desde luego no se esfuerzan en sorprendernos, ni siquiera con los diálogos, una película sosa, sin gancho, solo salvable por un trío actoral, un estupendo Ben Campbell, y los magníficos Kevin Spacey y Larry Fishburne. Robert también comete el error de alargar la historia, y es que sus dos horas pasan factura al espectador, el ritmo que nos acontece fluctúa demasiado, si hubiera puesto el mismo interés en toda la película que en la secuencia de aprendizaje de Sturgess, hubiera sido más llevadera.
Si tuviera que sacar algo positivo de esta película lo tendría muy claro, aparte del trío actoral, destacaría el tratamiento que ofrece la película de las dos ciudades, por un lado Las Vegas, que nos muestra ese mundo de fantasía, un lugar hipnótico y que todos hemos soñado alguna vez, un mundo más allá de nuestras rutinas diarias, y es que el dinero no da la felicidad, pero ayuda a encontrarla, y en Boston se nos muestra como es la realidad, la que vivimos día a día, la rutinaria, la que nos crea el stress, la que hace que busquemos un céntimo para poder llegar a cumplir un sueño. Por supuesto esto no hace que la película sea mejor, ni más buena, simplemente tiene una brillantez.
Pero bueno, espero que los guionistas Peter Steinfeld y Alland Loeb se esfuercen en sus futuros proyectos, que Robert aprenda de sus errores, a su favor he de decir que la realización de algunas escenas es para darle una palmadita en la espalda.