Ummm veranito, el calor, la playa, vacaciones, el que puede se pega una escapada… ainsss qué buena estación, el cine lo sabe y ha sacado provecho de ello, ya sea para dar terror, acción, drama o comedia. Para mí hay una película que me marcó, y raro es el verano que no la veo, la película en cuestión es “Tiburón”. Spielberg marcó un estilo de hacer cine, y abrió una nueva visión a la forma de contar historias. Normalmente recuerdo “Tiburón” cuando estoy en la playa, supongo que a más de uno le habrá dado un poco de miedo alguna vez un chapuzón en la playita a raíz de su visionado. Pero hoy no voy hablar de “Tiburón”, hoy toca otra peli que sin dar miedo, transmite esa sensación, una película de hace unos años que dejó marca en la cartelera y que hoy en día poca gente recuerda, pero aquí estoy yo, para refrescaros la memoria y para recomendaros un producto la “mar” de entretenido. La película en cuestión es “A la deriva”.
“Open Water” resulto ser un slepper en 2003, los buenos resultados en taquilla auguraron una secuela. Esta continuación se tituló “A la deriva”, superando con creces la historia, la acción, la emoción que su antecesora, siendo un producto muy notable, demostrando que con cuatro duros se puede hacer un film entretenido, sin muchas pretensiones y que sabe agobiar al espectador junto con los protagonistas de la historia. La historia de “Open water” se puede resumir:
Una pareja estando de vacaciones en Hawai se apuntan a una excursión de buceo. El barquito sale a alta mar, una vez allí, los turistas se sumergen con nuestra pareja protagonista. Pasado un tiempo, todos vuelven al barco, excepto el matrimonio. Por error o despiste, el encargado del barco hace el recuentro de pasajeros, para él, todos los turistas están abordo. El barco vuelve a tierra, dejando en “mar abierto” a la pareja. Estos lucharan todo lo posible para sobrevivir (Tampoco es que pongan mucho empeño, ya que ¿qué demonios se puede hacer en medio del océano? Simplemente esperar un rescate).
Al igual que “Open Water”, “A la deriva” también se basa en un hecho real. En esta ocasión, se nos presenta a tres parejas, una de ellas con su respectivo bebe que se reúnen para celebrar el cumpleaños de uno de ellos, ¿el lugar? En un fantástico yate (yo diría velero pero bueno que más da). Una vez todos a bordos, ponen rumbito a alta mar. En medio del océano el calor hace estragos, y que mejor forma de aliviar dicho calor que con un chapuzón. Así que todos al agua patos. Pero mira tú por dónde, una vez todos en el agüita caen en la cuenta de que nadie ha puesto la escalinata para volver al barco. Así que menuda faena, ahora los amigos intentaran por todo los medios volver al barco, si es que los nervios lo permiten, porque sino... se irán por tabaco uno a uno.
“Open Water” no estuvo nada mal. Pero desde luego “A la deriva” es muy superior. Y todo es gracias al propio yate. El juego que da el barco en sí, ayuda mucho para mantener la tensión y la emoción. Y es que, en “Open Water”, los protagonistas solo tenían la esperanza de esperar a que fueran a buscarlos para su rescate, así que solo mantenían las fuerzas para mantenerse hasta el momento de su rescate, sin esforzarse mucho en luchar para solucionar la situación. En “A la deriva” ocurre lo contrario, los protagonistas harán todo lo posible para volver al barco. Y es que tener la solución a tu lado y no poder alcanzarlo, implica que cada momento cuenta para buscar una solución y poder sobrevivir. Gracias a esta baza, la película no se hace aburrida para nada, la tensión sube por momentos, los esfuerzos de los protagonistas por alcanzar el barco sin resultado provoca una mayor preocupación y mayor agobio (aunque sinceramente, lo pasé peor en “Poseidón”, en la secuencia del conducto de ventilación)
Para no alargarme más, comentar que la dirección por parte de Hans Horn es efectiva, poner la cámara en medio del meollo hace que los espectadores estemos respirando y viviendo el mismo agobio que los protagonistas (la gran mayoría de los planos fueron rodados a nivel o sobre el agua). También destacar la fotografía con luz natural, haciendo que la imagen sea más viva y dejando a un lado la típica imagen sintética de estudio. Los actores, un puñado de jóvenes salido de la pequeña pantalla, que hacen sus papeles pasables, no transmiten mucho, pero para eso ya está la situación en sí. Un guión con algún que otro hueco no muy bien cerrado, y con algunas secuencias que pueden provocar que el espectador se desconecte de la película.
En definitiva, una película entretenida y muy recomendable, sobre todo para esta estación del año. Una cosa está clara, la realidad siempre supera la ficción, y que el ser humano nunca dejara de sorprendernos de lo que podemos hacer por sobrevivir, lo vimos en “¡Viven!” y lo seguimos viendo en pelis como esta.
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